Poeta

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Matías Antón Mena

lunes, 3 de octubre de 2011

EPÍLOGO DEL DESENCANTO



Este Epílogo del Desencanto es uno de los capítulos de mi nueva obra titulada:
"50 AÑOS DE LA MANO DE MI MISMO"

 en breve publicaré la portada. 


















RUCIO
                              
Rucio, maltrecho y con el corazón alado,
el tegumento en un repliegue,
curtido por dentro de tormento,
acorralado,
exoftálmico mirando el mar,
me descubro sentado en un barbecho
donde nada vivo soporta mi pesar,
como un lagarto,
con la sangre gélida,
esperando que un rayo de sol me llegue
y me cure el alma desvalida,
el soplo que ahora exhalo,
transformándome siquiera en una araña,
como pasa a veces en los cuentos.
Por algo siento que más que vivas
están muertas mis entrañas.
Alado si, y a veces ciego,
he creído sentirme que sentía,
me he vestido de pájaro,
de vez en gaviota herida,
de peregrino y de cielo,
he ido dando por doquier palos de ciego
y no me daba cuenta
que en cada amanecer yo me moría.
Bien es cierto que hago
siempre lo que puedo,
mas lo que soñé, lo que quería,
tal vez no he conseguido nunca conocerlo.
Soy como un loco que no encuentra el día,
el aguilucho que no consiguió
remontar jamás el vuelo.
una tortuga resentida,
que resignada en su porfía,
como un reptil se arrastra por el suelo.
Sin embargo me caigo y me levanto,
me duermo y me despierto,
siempre un velo negro,
como una losa de cemento.
¿Qué pude ser en otra vida,
para pagarlo tan caro
en este mundo en que me encuentro?.


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