Poeta

Poeta
Matías Antón Mena

sábado, 5 de febrero de 2011

EL VIENTO DE LAS RENDIJAS


          Si miro los colores de mi cima,
los veo grises y opacos.
¿Qué fue de las ilusiones,
que tuve hace pocos años?
          Si vuelvo la cabeza, brilla
a lo lejos, un sol que no me quema;
unos rostros, y me apena
el verlos tristes.
          Si observo, el campo camina,
porque los olivos andan,
y las flores, y los cardos;
¡Hasta el labrador se marcha!
          Si abro los ojos
es para despedir a alguien.
¿Por qué he de acostumbrarme?
No me gusta ver llorar al aire.
          Si estoy ante el espejo,
comprendo cómo es que todo termina,
apunta mi rostro arrugas de viejo,
y en mi pelo, nieve deposita el tiempo.
          Cuando busco dentro de mí,
sólo veo lágrimas, y luces amarillas,
y largos railes de tren, sí,
veo una roca durmiendo.
           La luna blanca del asfalto,
no encuentra brechas
donde servir de cuna,
a una amapola que perdió el color;
a aquel débil rayo de la luna.
           Y lleva tantas carreteras hechas,
que está cansada de promesas,
ahora quiere un sol caliente
y un cielo hermoso.
           Si intento soñar, no puedo,
porque hay pesadillas de hierro
que destruyen mi reposo.
            Un frío me arrulla,
y me envuelve el cuello.
Un calor de piedras
en mis ojos.

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